Viajar a Marruecos ofrece un sinfín de opciones. Marrakesh, Fez, el Sáhara y sus estrellas y los mares de arena infinitos, son algunas de las opciones más conocidas por los turistas y los viajeros de alrededor del mundo. Transmitir la magia de Marruecos es algo que pocos pueden hacer con gracia.
Una de esas personas es Lluís Pont, fundador del grupo Xaluca, una cadena de hoteles en Marruecos, que además organiza tours y eventos. Este proyecto nace de la humildad: Lluís Pont tuvo la idea de crear un albergue en medio del desierto y junto a su socio, un marroquí que conoció en uno de sus viajes al país africano, empezó lo que hoy en día se conoce como el Grupo Xaluca.
Pont se define como un “capullo de Sabadell”, un tipo al que le gustan las motos y la aventura. Y no se puede quejar, las cosas le han ido bien. Conoció el Sahara, sus maravillas y la gratitud de sus gentes y decidió que volvería, que estaba en deuda con ellos. Fue al volver al desierto cuando se planteó tener allí un pequeño rincón donde alojarse siempre que viajase a Marruecos.
Lluís Pont, Xaluca Fuente: Gabinete Comunicación y Educación |
Afirma Lluís Pont que Xaluca es una empresa que empezó de 0. Sin recursos. Sin nadie más que creyese en su proyecto que él, su familia y su socio. Y se ha expandido sin un plan de márketing, sin una estrategia de mercado y sin publicidad. Todo a través del boca a boca. “Conseguimos a nuestro primer cliente parándolo en la carretera, y le invitamos a entrar. Desde entonces no hemos parado”, explica Pont.
El grupo Xaluca es un conjunto de hoteles de lujo, en el que el turista disfruta de la experiencia árabe a un precio occidental. Una empresa que además ha contado con la ventaja de la apertura de Marruecos a la inversión extranjera. Su posición geo-económica, sus buenas relaciones con la Unión europea y Estados Unidos y sus bajos costes laborales, lo convierten en destino clave para establecer empresas y asegurar su éxito. Quizá no tuviesen un plan de márketing, pero tampoco tenían grandes obstáculos.
Los marroquíes no se quedan al margen de esta historia. Cuantas veces habremos oído a más de un empresario barcelonés quejarse de los negocios que abren extranjeros en nuestra ciudad. Qué opinan entonces los marroquíes de que se utilicen sus tierras para beneficiar a ciudadanos del resto del mundo?
Lluís Pont cuenta que, en su caso, todas las personas que trabajan para él (o “conmigo”, citando sus palabras) se muestran agradecidas por tener un lugar cercano y familiar donde trabajar y labrarse un futuro.
¿Empezar un negocio sin recursos? Y aun más relevante, ¿que llegue a buen puerto sin una estrategia de mercado? Resulta difícil de creer que no es necesario ni el dinero ni un plan de márquetin para conseguir un objetivo como este. La historia de Xaluca impresiona y sí, transmite la magia del Sahara, pero no deja de presentarse como una utopía ante nuestros ojos, un sistema quizá demasiado optimista para el realismo al que nos está tocando enfrentarnos día a día.
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