Reportaje
La Mar Bella | Barcelona
Tiempo atrás, en la playa de la Mar Bella fue erigida una gran duna. Situada al sur de Barcelona, esta enérgica playa y su duna protegen a la comunidad nudista de los comunes. Aquí, la comunidad turista por excelencia es de tendencia gay, donde dicen tener su “playa particular”, lo que ha provocado en algunas ocasiones pequeños enfrentamientos entre personas nudistas y aquellos que no toleran venir como el mundo los trajo al cielo en convivencia con las demás personas.
Tanto de día como de noche, minuto a minuto, Barcelona recibe micronoticias, microperformances. La vida desenfrenada abunda en Barcelona. Fiestas nocturnas y un turismo en constante movimiento lo avalan: Italia, Tailandia, Grecia, Suiza… Esta y no cualquier otra es la playa de la Mar Bella.
A quince minutos viajando en metro y a unos treinta caminando desde Plaza Cataluña nos encontramos con un lugar sorprendente culturalmente hablando, sobre todo teniendo en cuenta que en el centro de la ciudad la gente tiende a individualizar su forma de ser y a huir de la comunidad. La Mar Bella se encuentra ubicada al final del barrio de pescadores de la Barceloneta, allí donde sus calles se desvanecen y caminos de tierra afloran en una playa dinámica a todas horas, viva en espíritu.
La playa de la Mar Bella surgió con la transformación de la zona litoral de la ciudad condal durante sus Juegos Olímpicos, en 1992. Es una zona donde se juntan los más jóvenes en fiestas nocturnas y los de demás edades en otras franjas horarias de ésta, ya sea paseando, tomando el sol, un baño o refresco e incluso ligando. Con poco más de medio kilómetro de playa, es una de las dos playas nudistas de Barcelona junto a la de Sant Sebastià, situada en la Barceloneta. Está última recibe menos visitantes que la playa de la Mar Bella o la renovada Nova Mar Bella.
Cuestión de atracción
Es frecuente ver a vecinos del barrio del Poble Nou cerca de esta playa, propiciando un clima auténtico y catalán. En la parte de arriba existen algunas instalaciones deportivas como una canasta de básquet, una mesa de pinpón y un halfpipe para monopatines frecuentemente visitado por usuarios aficionados a este deporte.
Lo más atractivo para la mayoría de turistas que vienen aquí es el ambiente gay que se respira. En la parte más alejada de la misma, nos encontramos con una zona destinada al nudismo, la mayoría de ellos con tendencias homosexuales. En el marco del buen rollo y la despreocupación de factores diarios estresantes, la convivencia entre los asistentes a la playa es muy buena. Muchos de ellos degustan una copa en los chiringuitos contiguos a la playa, fiel a su público objetivo. Los precios de la mayoría de éstos están en desacorde con la crisis económica actual. En la parte septentrional de la playa que nos ocupa está el restaurant La Oca (25-40€), con un balance calidad-precio negativo. Encontrará sitios más asequibles para comer en los alrededores urbanos de la ciudad.
Por la noche, se organizan multitud de fiestas asiduamente. Existe una fiesta mensual, por ejemplo, llamada la Fiesta de la Luna llena, presentado con juegos de luces y performances con cariocas, entre otros, en todo momento rodeado del color fuego en contraste con el negro cielo de la noche. La sensación de hermandad que atrae este lugar está impregnada de buenas energías, se mire por donde se mire. La espiritualidad de la luna llena, el incienso, una conversación amena y hasta un baño helado en la playa puede servir para conectar con otras dimensiones y permitir que nuestro cerebro se llene de inputs naturales y necesarios para nuestra homeostasis, como las conversaciones, gestos o miradas entre personas. Puro placer.
La calidad de la gente que reside en este lugar, la tranquilidad que desprende y el abanico de actividades de ocio disponibles –más en sus horas bajas- convierten a este enclave en un lugar siempre vivo, a la par que tranquilo y donde poder conocer a gente de muchos sitios distintos en comunidades. En estas pequeñas burbujas de humanidad en estado puro se forman círculos entre amigos, ya sea degustando una fría bebida al aire libre, tumbado sobre la arena o bailando cerca de algún altavoz de música bailando al ritmo de ésta. Si quiere pasar un rato distendido y agradable, acérquese a la Mar Bella. No se arrepentirá.
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