La antropología, del griego Anthropos “hombre o humano” y Logos “conocimiento” es descrita como una ciencia social que estudia al ser humano de una forma integral. Recurre a herramientas y conocimientos producidos por las ciencias naturales y otras ciencias sociales, partiendo de la base de una sociedad. Intenta abarcar su expresión dada la evolución biológica de nuestra especie, el desarrollo y modos de vida de los pueblos que desaparecieron, estructuras sociales actuales y expresiones culturales y lingüísticas. Para ello, la fotografía antropológica nos ayuda a caminar correctamente por el mundo, acercándonos al “otro” con una implicación personal de tipo emocional, adaptándonos a un entorno cultural distinto al nuestro. Todos estos aspectos, implican, de algún modo, la gran palabra comunicación.
¿Qué representa la fotografía?
Foto: Albert VIvó
Para muchos, fotografía es captar la vida, detener el tiempo y reflejar emociones. En el mundo globalizado que pisamos día a día, no nos resultará difícil encontrar profesionales de la foto que sepan captar emociones únicas en un día tan importante como una boda y que luego, al verlo con el tiempo, el recuerdo de todo lo vivido ese día vuelva a tu memoria. Sólo hay que tener un ojo que te permita diferenciar entre los elementos, colores y perspectivas oportunas, con el encuadre, objetivo y diafragma en un medio que nos permita una harmonía de elementos, ruido y belleza visual. Una teoría compositiva, la función Fi de Euler, establece que algunas fotografías con elementos concretos potenciarán más nuestro inconsciente que algunas otras.
Aprender a mirar
Es importante saber mirar, un factor que se aprende, más que la vertiente natural de ver, una cualidad con la que se nace. ¿Cuál es el secreto? La práctica. El ensayo y error. Hemos de evitar hacer un turismo contaminante, cargado de expresión plana o fotografías sin un modus vivendi propio.
Es importantísimo, para empezar, conocer el lugar, ver, mirar correctamente para hacernos una idea de cuáles son las imágenes que representan a ese lugar, siempre y cuando tengamos hecho un trabajo previo de conversación con la persona, potenciándolo con una buena sonrisa.
El equipo fotográfico
Éste tiene que ser una extensión a nuestro propio cuerpo, sabiendo dominar entre conceptos varios, tales como diafragma, velocidad, sensibilidad o profundidad de cambio. Asimismo, es importante conocer las reglas básicas de la composición.
En este entramado, subsiste un aspecto oculto pero poderoso que nos va a guiar el camino hacia el éxito: la comunicación no verbal. Esta idea depende del contexto y de las manifestaciones culturales de cada uno, que pueden ser diferentes y hay que tenerlas en cuenta.
¿Cómo hacer una buena fotografía?
El éxito de las buenas fotografías, tanto en retratos como en otros tipos, está en acercarse. Las fotos con teleobjetivo quedan planas, sin sensación de volumen. No comunican y, por tanto, no nos dicen nada.
Un experto en la materia, Robert Kappa, decía que “si una foto no fue suficientemente buena es porque no te acercaste lo suficiente”. Steve McCurry, por otro lado, escribió que “si sabes esperar, la gente se olvidará de tu cámara y entonces su alma saldrá a la luz”. En el contacto visual transcurre una función expresiva, la mirada, de la cual podemos sacar provecho. Así como muchas mujeres y hombres se maquillan, la mirada puede potenciarse con algunos sencillos trucos.
Debemos diferenciar entre la cara, natural, y el rostro, adquirido y que por tanto varía con la experiencia. Al hacer un retrato debemos transmitir seguridad y buen rollo. Para empezar, no enseñar la cámara a la primera de cambio. Tenemos que evitar gestos forzados y utilizar una buena sonrisa: será la sonrisa verdadera quien nos dé puntos importantes. Los demás van a saberse acercar gracias a su auténtica importancia.
Estética del retrato
Los retratos tienen que ser siempre con un fondo uniforme, aunque hay excepciones. Un retrato tiene que mirar a la cámara, porque si se tiene que ver cómo ha intimidado con la otra persona, eso se transcribe a través de la mirada. Un truco consiste en respirar profundamente y sacar la foto al exhalar. También es tremendamente alentador enfocar siempre los ojos del sujeto. Si el fondo no aporta nada al retrato, deberíamos disparar con diafragmas abiertos para tener poca profundidad de campo y así difuminar el fondo. Las contraluces son evitables y la exposición deberá ser compensada teniendo en cuenta el tono de la piel.
Éxito de una buena foto
Para hacer una buena fotografía de viajes, necesitamos, además de teoría, práctica emocional para emitir una buena sonrisa, y sobretodo profesionalidad. A nadie le gusta que una sonrisa denote nerviosismo o una actitud contraria a la que buscamos, bien porque realmente no nos sentimos a gusto o porque no tenemos los recursos comunicativos suficientes.
Al fin y al cabo, la buena imagen atrapa perfectamente el momento describiendo una situación concreta. Hay que conseguir ser aceptados en el entorno para posteriormente ser olvidados. Transmitir relajación y seguridad en lo que estamos haciendo son puntos a nuestro favor. En el plano psicológico, deberemos organizar nuestro espacio físico: la distancia, dinámica y mantenimiento de la postura original. Asimismo, es importante mantener la calma, percibir correctamente lo que ocurre a nuestro alrededor, así como escuchar nuestra intuición. Sin ella difícilmente iremos hacia ninguna parte.
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