Son muchas y variadas las razones por las que viaja la gente. Para Jordi Serrallonga, arqueólogo, naturalista y guía de expediciones, una de esas razones es aprender a vivir allí donde uno habita en su vida cotidiana. África en 10 palabras no es un libro de viaje cualquiera, sino un manual de supervivencia para la jungla de asfalto que escribe después de haber estado conviviendo con los maasais o los hadzabe. En su libro se define como un “espécimen viajero que ha tenido que readaptarse para conseguir sobrevivir” en su “urbana cuna de origen”. Y para ello, no ha necesitado más que unas pocas palabras.
Asante (gracias), jambo (hola), pole (lo siento), mama (mujer)… y así hasta diez, son las palabras en idioma swahili que utiliza Jordi para plantearnos un viaje al continente africano. Palabras para todos conocidas, pero que en África tienen - o más bien le otorgan - otro significado. Un significado más humano, más cercano. Parece que en esta sociedad en la que llamamos moderna hemos perdido valores que todavía en otros rincones del mundo son parte de su forma de vida cotidiana. Unos valores que nos pueden ser muy útiles en esta jungla de asfalto.
Parece que África es sinónimo de guerra, hambre y miseria, o de animales corriendo libres por la sabana, pero nada más. Ahora bien, África es mucho más que eso como nos demuestra Jordi en este libro. África es el origen de todos nosotros, un pueblo que sonríe constantemente por las calles, que da sin pedir nada a cambio, o donde un “gracias” se dice de corazón. Donde los valores que aquí se han perdido aún viven, para demostrarnos que los que creemos vivir en el progreso tenemos mucho que aprender de este continente cercano pero desconocido a la vez. Pues ya es hora de dejar a un lado la costumbre de seguir “considerando a los africanos más como primitivos salvajes – capaces de meter a la olla al buen explorador blanco – que como personas capaces de organizar, para bien o para mal, su propio destino”.
Un continente que siempre ve la botella medio llena, mientras que nosotros inevitablemente nos aferramos a la botella medio vacía. Por eso vuelve Jordi Serrallonga siempre que puede a sus orígenes biológicos, a África, para rellenar la botella, y también para regalarnos libros como este que invitan a la reflexión, a conservar nuestra humanidad y a aproximarnos a nuestros orígenes. Este libro es un regalo en forma de viaje sin pedir nada a cambio, para que sin la necesidad de viajar hasta allí, el resto también podamos llenar un poquito más nuestra botella.
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