jueves, 26 de abril de 2012

Rosa Maria Calaf, una mujer de mundo


La obra Viajeras Intrépidas y Aventureras, de Cristina Morató, cuenta que el primer libro español de viajes lo escribió una mujer: Isabel Barreto. La navegante española del siglo XVI se adelantó mil años a los relatos de Marco Polo, y tuvo a su comando una expedición de la conquista de América, ostentando así al título de almirante.  

A pesar de los prejuicios y la poca divulgación de sus hechos, la mujer esta incluida en la historia de los viajeros, relatando también durante siglos la trayectoria de la humanidad: sus aventuras, conquistas y experiencias con culturas y pueblos diferentes. La acompañan en esta historia otras muchas viajeras, entre las que destacan Catalina de Erauso, exploradora y militar del siglo XVII o May French Sheldon y sus expediciones del siglo XIX son conocidos. 

Hoy, en pleno siglo XXI, el 70% de las personas que viajan son mujeres. El mercado está atento a público y las viajeras se atreven a conocer sitios cada vez más distantes, que despierten el interés cultural y sean ricos en paisajes y contrastes. Un ejemplo del escenario viajero contemporáneo es la abogada y periodista jubilada Rosa Maria Calaf.  La corresponsal más veterana de Televisión Española, con 38 años de trabajo, se considera entusiasta, curiosa e incansable, características que la han llevado a conocer más de 170 países y actuar como periodista en zonas de conflicto de Oriente Medio. 

El otro somos nosotros 

Rosa María presenta el viaje como sinónimo de conocimiento porque nos acerca al imprevisto, contiene lo desconocido y el poder del aprendizaje.  Para ella es diferente viajar como periodista que como viajera, pero en ambos los casos se debe estar atento a lo que pasa, siempre observando con respeto, interés y humildad ante una realidad distinta. 

“El periodista tiene que avanzar con la premisa de que el otro somos nosotros y acordarse siempre que nunca es el protagonista de nada. Como corresponsal solo es el intermediario entre la audiencia y las realidades ajenas”. 

Además, el profesional debe estar atento a la organización de la viaje y siempre integrado en su equipo. “Las relaciones humanas toman tiempo, son desgastantes. Tener una buena convivencia con el grupo es fundamental para obtener buenos resultados”. 

Rosa Maria Calaf
Fuente imagenés: Gabinete Comunicación y Educación

Especializarse e informar para llegar al conocimiento 

Rosa María destaca que para hablar de viajes es preciso que el profesional busque especializarse en temáticas y lugares, trabajar a fondo las narrativas, tener un estilo propio, escribir bien, para que el lector se sienta atraído por el texto. “Por eso la lectura es imprescindible”.  

La responsabilidad y la ética son hermanas inseparables de la actuación periodista. Así, el periodista de viajes debe ser cauto al transmitir la emoción por la  información y, además, está en su mano utilizar la tecnología a servicio de la información, del bien común y no de los intereses de los grandes medios de comunicación. 

Para Calaf, el silencio también es una forma de manipulación y es el periodista el encargado de luchar contra ello. Es el profesional el que tiene que romper con los tabúes y tener un espíritu crítico. Los conflictos del mundo cambian y las catástrofes también, pero un buen periodista debe estar listo para contarlo. 

Una gran viajera

La periodista empezó a viajar con su familia cuando aún era niña y desde entonces nunca dejo de hacer las maletas. “La gran riqueza que pude obtener de mi padres fue la pasión por los viajes”. Sin duda, para su época también fue una pionera y abrió la corresponsalía de Moscú para la Unión Soviética, la corresponsalía de Viena para los países del Este-Balcanes y reestructuró la corresponsalía de Buenos Aires para América del Sur. Además, ha sido corresponsal en Nueva York para Estados Unidos y Canadá y en Roma para Italia y El Vaticano. No conformándose con eso, antes de jubilarse cubrió la región desde Pakistán hasta Nueva Zelanda. 

Ser una mujer nunca ha limitado de ninguna manera la amplitud y profundidad de su obra, demostrando que el buen viajero existe más allá de las cuestiones de género y que es posible prender hasta de las situaciones más complicadas.  Rosa María destaca sobre el papel de la mujer que ésta “necesita saber dónde meterse, respetar las diferentes culturas, aprender a vestirse adecuadamente. Pero lo más valioso es poder adentrarse en el mundo femenino, porque las mujeres pueden contar cosas que no le contarían a un hombre periodista”.

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